ES UNA LECTURA ALGO VIEJA YA PUESTO QUE EL PAPA JUAN PABLO II TODAVIA SE ENCONTRABA VIVO PERO ES MUY INTERESANTE:
Es ya una revolución; no por casualidad su santidad Juan Pablo II se pronunció hace un par de se,anas en contra de las leyes que se vienen adelantando en varios Estados del mundo para legalizar, de diversos modos y en diversas modalidades, uniones de personas del mismo sexo.
De la Patagonia a Canadá, los entes legislativos de cerca de una docena de países buscan reglamentar lo que se da por llamar "vacíos jurídicos" de muchas parejas homosexuales, quienes no encuentran salida a líos de patrimonio resultado de sus uniones de hecho; más allá de esto también se encuentran legislaciones más liberales que en suma buscan completo reconocimiento social -no sólo económico- de tales uniones, incluso el reconocimiento de la categoría de "familia" a los núcleos por ellos y ellas constituidos.
Tampoco es casualidad que por la misma fecha saliera a flote el escándalo al interior de la iglesia Episcopal cuando por decisión de sus altas jerarquías se nombrara como obispo al sacerdote Gene Robinson, abiertamente gay, quien además convive desde hace cerca de 15 años con su pareja hombre. Las instituciones sagradas por excelencia, Estados-Nación e Iglesias sufren un remezón.
Los países escandinavos han sido líderes en cuanto al reconocimiento de estatus legal de las parejas homosexuales. En 1989 Dinamarca fue el primer país en aprobar una ley que permite el casamiento civil de tales uniones con los mismos derechos que los matrimonios tradicionales en cuanto a propiedad, herencia, impuestos y seguridad social, con excepción del derecho a la adopción. De ahí, Noruega en 1993 aprobó una ley similar y en el 95 hizo lo propio Suecia. Islandia, cuya ley se aprobó en 1996 y estuvo también inspirada en la danesa, es por ahora el único país que, además del derecho al casamiento, reconoce a la pareja homosexual el derecho a adoptar a los hijos biológicos de cualquiera de sus miembros.
A muchos honorables congresistas, como a José Álvaro Sánchez, les pareció un absurdo esta ley por considerarla "no humana, en tanto se basa en desviaciones de la naturaleza", a otros como al H .S. Óscar Zuluaga aceptando a su modo de ver la condición digna del homosexualismo, considera peligrosa las implicaciones futuras de la Ley: "La constitución no reprime a los homosexuales, pero otra cosa es que se les eleve a carácter de familia… atenta contra la sociedad", expresó en la plenaria.Por otro lado el aval de otros congresistas y de los ex presidentes Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay y César Gaviria le dio un tinte polémico que dejó entrever los viejos y nuevos modos de hacer política en el país, y encendió un acalorado debate sobre las fronteras ideológicas entre el conservatismo y el liberalismo, que no se había dado en mucho tiempo.
Las nuevas legislaciones sobre negritudes, comunidades indígenas, niños y niñas, mujeres, después de procesos vergonzantes de invisibilización a lo largo de la historia, son resultado de nuevos modos de hacer política; las diferencias sobrepasan al "ciudadano" genérico al que van dirigidas las leyes (léase, Hombre, Adulto, Blanco, Ilustrado, Burgués, e -introduzcámoslo- Heterosexual), una noción que desde los ponentes ignora en la práctica derechos fundamentales. Ese es quizá el meollo del debate, posturas políticas que temen cambios radicales cuando, desde su punto de vista, ya hay herramientas en la Constitución con las se protege a los homosexuales, sin necesidad de leyes anexas.El recinto sagrado del Congreso vive un acalorado debate que culmine con una decisión a favor o en contra, no termina allí; el Gran Debate apenas empieza, porque detrás de este proyecto hay una movilización social difícil de detener, que ya cuenta con candidatos al Congreso abiertamente gays (e incluso senadores, además de los "del closet"), y por supuesto una porción de la ciudadanía no gay, abierta al cambio, la tolerancia y al respeto.
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