miércoles, 4 de abril de 2007

UN POCO DE HISTORIA Y POLITICA


ES UNA LECTURA ALGO VIEJA YA PUESTO QUE EL PAPA JUAN PABLO II TODAVIA SE ENCONTRABA VIVO PERO ES MUY INTERESANTE:



Es ya una revolución; no por casualidad su santidad Juan Pablo II se pronunció hace un par de se,anas en contra de las leyes que se vienen adelantando en varios Estados del mundo para legalizar, de diversos modos y en diversas modalidades, uniones de personas del mismo sexo.
De la Patagonia a Canadá, los entes legislativos de cerca de una docena de países buscan reglamentar lo que se da por llamar "vacíos jurídicos" de muchas parejas homosexuales, quienes no encuentran salida a líos de patrimonio resultado de sus uniones de hecho; más allá de esto también se encuentran legislaciones más liberales que en suma buscan completo reconocimiento social -no sólo económico- de tales uniones, incluso el reconocimiento de la categoría de "familia" a los núcleos por ellos y ellas constituidos.



Tampoco es casualidad que por la misma fecha saliera a flote el escándalo al interior de la iglesia Episcopal cuando por decisión de sus altas jerarquías se nombrara como obispo al sacerdote Gene Robinson, abiertamente gay, quien además convive desde hace cerca de 15 años con su pareja hombre. Las instituciones sagradas por excelencia, Estados-Nación e Iglesias sufren un remezón.



¿Quiénes empezaron?
Los países escandinavos han sido líderes en cuanto al reconocimiento de estatus legal de las parejas homosexuales. En 1989 Dinamarca fue el primer país en aprobar una ley que permite el casamiento civil de tales uniones con los mismos derechos que los matrimonios tradicionales en cuanto a propiedad, herencia, impuestos y seguridad social, con excepción del derecho a la adopción. De ahí, Noruega en 1993 aprobó una ley similar y en el 95 hizo lo propio Suecia. Islandia, cuya ley se aprobó en 1996 y estuvo también inspirada en la danesa, es por ahora el único país que, además del derecho al casamiento, reconoce a la pareja homosexual el derecho a adoptar a los hijos biológicos de cualquiera de sus miembros.

El furor se regó por toda Europa: Holanda ya aprobó el concepto de matrimonioo pleno, sin distinciones; Francia aprobó el Pacto Social de Solidaridad (Pacs) que equipara a las parejas hetero y homo; iguales movimientos se están dando en Alemania y el Reino Unido. En Latinoamérica sólo Argentina, Chile y Colombia han adelantado proyectos serios al respecto.


Sean cuales sean las decisiones que en lo venidero se empiecen a tomar, asistimos a un momento histórico imposible de ignorar. En el caso de Colombia el proyecto está desde 1999, y ha pasado por múltiples versiones, hasta el documento final, que en estos momentos está siendo debatido en el Congreso de la República; este 26 de agosto se sabrá si definitivamente es aprobado o no, después de álgidos debates en los que se ha visto de todo, como en botica.



Liberales y Conservadores
A muchos honorables congresistas, como a José Álvaro Sánchez, les pareció un absurdo esta ley por considerarla "no humana, en tanto se basa en desviaciones de la naturaleza", a otros como al H .S. Óscar Zuluaga aceptando a su modo de ver la condición digna del homosexualismo, considera peligrosa las implicaciones futuras de la Ley: "La constitución no reprime a los homosexuales, pero otra cosa es que se les eleve a carácter de familia… atenta contra la sociedad", expresó en la plenaria.Por otro lado el aval de otros congresistas y de los ex presidentes Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay y César Gaviria le dio un tinte polémico que dejó entrever los viejos y nuevos modos de hacer política en el país, y encendió un acalorado debate sobre las fronteras ideológicas entre el conservatismo y el liberalismo, que no se había dado en mucho tiempo.


Aunque la Ley pretende ser clara en cuanto a que no se trata de la constitución en matrimonio de parejas homosexuales, sino del otorgamiento de derechos patrimoniales a parejas del mismo sexo ya constituidas, la mayoría de los argumentos de oposición se centraron en la defensa de la familia y en que esto es apenas el inicio de ese reconocimiento; el hombre y la mujer son, por naturaleza, los elementos constitutivos de la pareja humana, además tendiente a la reproducción, cualquier otra forma sería contrariar esa realidad.Al respecto el senador Luis Emilio Sierra se quejó severamente de la afrenta del ponente Carlos Gaviria en contra de la Iglesia Católica; argumentó que antes que nada se debe pensar en la protección de la familia y que él como padre, no quisiese una sociedad para sus hijos donde existiesen tales equiparaciones.


En contraste el ex presidente López afirmó que: "Estamos viviendo una nueva era y no podemos ignorar hechos de tanta significación como que el Parlamento Europeo haya acogido esta institución". A su vez, Gaviria y Turbay enviaron mensajes, leídos por la senadora Piedad Cordoba, ponente del proyecto y su principal impulsadora: "Si queremos que sea verdad lo que consagra la Constitución, que los colombianos son libres e iguales ante la ley, es necesario garantizar la igualdad de derechos para las uniones entre homosexuales", reza un aparte del comunicado de Gaviria.


El pronunciamiento del Senador Holguín Sardi, reflejó un punto sensible y quizá el más inquietante de este debate; para defenderse de ser calificado -como lo han sido todos los opositores a la Ley- de "macartistas y retrógrados", asumió con todas sus consecuencias que la política se hace para "las mayorías" y que es un riesgo legislar para las minorías, colocando en un mismo nivel a los delincuentes y a los homosexuales, tras una desafortunada argumentación del absurdo. Otra figura en contra del proyecto de Ley se basa en el costo económico que ella implicaría, entendiendo que acoger con Seguridad Social a las parejas homosexuales sería abrir el Hueco Fiscal, ya de por sí, incierto en nuestro país.



Las nuevas legislaciones sobre negritudes, comunidades indígenas, niños y niñas, mujeres, después de procesos vergonzantes de invisibilización a lo largo de la historia, son resultado de nuevos modos de hacer política; las diferencias sobrepasan al "ciudadano" genérico al que van dirigidas las leyes (léase, Hombre, Adulto, Blanco, Ilustrado, Burgués, e -introduzcámoslo- Heterosexual), una noción que desde los ponentes ignora en la práctica derechos fundamentales. Ese es quizá el meollo del debate, posturas políticas que temen cambios radicales cuando, desde su punto de vista, ya hay herramientas en la Constitución con las se protege a los homosexuales, sin necesidad de leyes anexas.El recinto sagrado del Congreso vive un acalorado debate que culmine con una decisión a favor o en contra, no termina allí; el Gran Debate apenas empieza, porque detrás de este proyecto hay una movilización social difícil de detener, que ya cuenta con candidatos al Congreso abiertamente gays (e incluso senadores, además de los "del closet"), y por supuesto una porción de la ciudadanía no gay, abierta al cambio, la tolerancia y al respeto.

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